Tratamiento del hepatocarcinoma

Hoy en día existen múltiples opciones terapéuticas disponibles para tratar el hepatocarcinoma. El tratamiento propuesto por el médico tratante no va a ser el mismo en todos los pacientes, se adaptará teniendo en cuenta el estadio de la enfermedad, el estado de salud global del paciente y las preferencias del mismo. Un equipo multidisciplinario trabajará en conjunto para determinar el mejor tratamiento para cada paciente. Este equipo podrá estar formado por hepatólogos, oncólogos, cirujanos, radiólogos intervencionistas, gastroenterólogos, entre otros profesionales de la salud. En conjunto, el paciente y su médico decidirán cuál es el tratamiento a seguir.


Abordajes terapéuticos posibles

    1. Cirugía

    Una pequeña proporción de los pacientes son diagnosticados en etapas tempranas de la enfermedad. Cuando esto ocurre, el equipo de médicos tratantes evaluará si el paciente es candidato a un tratamiento quirúrgico.
    Existen dos tipos de tratamientos quirúrgicos posibles:

    • Resección parcial: durante este procedimiento el cirujano extrae la parte del hígado afectada por el tumor. Posteriormente, el tejido hepático remanente tiene la capacidad de regenerarse para reemplazar el extraído. Es requisito previo para la resección parcial que el tumor esté restringido a sólo un área del hígado y que la función hepática se encuentre lo suficientemente conservada como para tolerar dicha práctica.
    • Trasplante hepático: durante este procedimiento se extrae todo el hígado enfermo y se reemplaza por el hígado de un donante sano. El órgano puede provenir de un donante cadavérico (una persona fallecida recientemente) o de un donante vivo. En este último caso, una persona sana, habitualmente cercana al paciente, dona parte de su hígado al receptor. Esto puede llevarse a cabo gracias a la capacidad de regeneración de este órgano.

    2. Tratamiento locorregional

    En determinados casos, cuando no es factible realizar una cirugía, se puede optar por un tratamiento local cuyo objetivo es eliminar las células cancerosas o retrasar el crecimiento de las mismas. Estos tratamientos generalmente se realizan bajo anestesia local y son de corta duración. Los diferentes tipos de tratamientos que describiremos a continuación pueden combinarse entre sí, ser utilizados como un “puente” a un tratamiento quirúrgico o ser utilizados como tratamiento definitivo. Todo dependerá de las características de la enfermedad y el paciente.

    • Métodos por ablación

    • Ablación térmica por radiofrecuencia (RFA) o microondas (MWA): En la termoablación por radiofrecuencia se inserta una sonda en el tumor, la misma emite calor mediante ondas de radio y destruye las células afectadas. Los diferentes tipos de métodos difieren en el tipo de onda utilizada.
    • Crioablación: Similar a la ablación térmica por radiofrecuencia, se inserta una sonda en el tumor, aunque en este caso la sonda emite gases muy fríos que congelan el tumor, provocando la muerte de las células malignas.
    • Inyección percutánea de etanol (PEI): Mediante una punción, se alcanza el tumor y se inyecta dentro del tejido tumoral alcohol de alta graduación (etanol) u otras sustancias (por ejemplo, ácido acético) las cuales destruirán las células cancerosas.

    • Métodos arteriales

    • Quimioembolización transarterial (TACE): Combina dos mecanismos de acción: infusión de quimioterapia dirigida y oclusión de vasos sanguíneos (embolización) que nutren al tumor. El médico introduce un catéter en la arteria hepática y a través del mismo se administra quimioterapia directamente en el tumor. Además, pueden colocarse pequeñas partículas en los vasos sanguíneos que irrigan el tumor para bloquear completamente el flujo de sangre hacia este. Como resultado, las células cancerosas dejan de recibir nutrientes y oxígeno y por consiguiente, mueren.
    • Embolización transarterial (TAE): Similar a la TACE, aunque en este procedimiento únicamente se procede a ocluir los vasos sanguíneos que irrigan el tumor, como se describió antes.
    • Radioembolización transarterial (TARE): Al igual que con la quimioembolización transarterial, el médico intervencionista inserta un catéter en la arteria hepática hasta el tumor. Una vez ahí, pequeñas partículas radiactivas son depositadas directamente en el tejido tumoral a través del catéter. Esto expone a las células cancerosas a una alta dosis de radiación.

    • Radioterapia

    • La radioterapia es un tratamiento del cáncer para el que se usan rayos X de alta energía u otros tipos de radiación para destruir células cancerosas o impedir que crezcan. Este tratamiento puede utilizarse solo o combinado con otros.

    3. Tratamiento sistémico

    En el cáncer de hígado, la quimioterapia debería administrarse sólo a través de TACE, porque no ha demostrado ser efectiva cuando se administra como infusión endovenosa. A diferencia de las terapias locorregionales, que solo afectan el tejido que ha sido expuesto, las terapias sistémicas tienen un efecto en todo el cuerpo.

    • Inhibidores de la Tirosina Quinasa

    • Entre los tratamientos sistémicos disponibles, se encuentran los llamados inhibidores de la tirosina quinasa (ITK). Estos fármacos se encuentran entre las terapias dirigidas, lo que significa que inhiben específicamente ciertos pasos de la división de las células cancerosas, gracias a los cuales se multiplican y forman el tumor. Los inhibidores de quinasas bloquean específicamente las quinasas, proteínas que controlan el crecimiento celular y a menudo están permanentemente activas en las células cancerosas (las quinasas). Su bloqueo puede inhibir el crecimiento tumoral.

    • Inmunoterapia

    • Existen otras alternativas terapéuticas, como la inmunoterapia; tratamientos ya disponibles para diferentes tipos de cáncer, entre ellos el de vejiga y el de pulmón, que suponen otras formas de afrontar la enfermedad y una mayor esperanza para los pacientes. La inmunoterapia ayuda a nuestro sistema inmune a activarse y, por un lado, reconocer a las células tumorales, y por otro, destruirlas, siendo un tratamiento con buena tolerancia y con beneficios en la calidad de vida de las personas.

    • Efectos secundarios

    • Las diferentes opciones de terapias para el hepatocarcinoma difieren no solo en su eficacia, sino también en sus posibles efectos secundarios. Por ejemplo, la fiebre, el dolor abdominal o las náuseas pueden ser efectos secundarios de los tratamientos tumorales locales. Las terapias dirigidas pueden provocar diarrea, así como alteraciones en la piel y enrojecimiento en las palmas de las manos y las plantas de los pies (síndrome mano-pie).
      La aparición de estos efectos secundarios y en qué medida lo hacen depende de muchos factores y del propio paciente. Existen medicamentos efectivos que pueden prevenirlos o aliviarlos, que el especialista se encargará de administrar dependiendo del caso.