¿Qué es la Esclerosis Múltiple?
La Esclerosis Múltiple (EM) es una enfermedad neurodegenerativa progresiva y crónica que afecta típicamente a adultos jóvenes (la edad media de aparición del primer síntoma es entre los 20 y 40 años con un pico de incidencia alrededor de los 30 años) cuyo origen es desconocido. En la EM la capa que rodea y aísla los nervios (mielina) del cerebro y de la médula espinal se ve afectada, impidiendo el funcionamiento normal de esas fibras nerviosas.
Generalmente se considera una única enfermedad, pero su evolución y síntomas, varían según la persona, además la rapidez o lentitud con la que avanza la enfermedad y las posibles recaídas pueden ser impredecibles.1
Los términos Esclerosis Múltiple se refieren a las áreas distintivas de tejido cicatrizal (esclerosis o placas) que se ven en la sustancia blanca del sistema nervioso central de las personas que padecen EM. Las placas pueden ser tan pequeñas como una cabeza de alfiler o tan grandes como una pelota de golf. Los médicos pueden ver estas áreas examinando el cerebro y la médula espinal usando un tipo de escáner cerebral que produce imágenes de resonancia magnética (IRM). Aunque a veces la EM causa discapacidad severa, raramente es fatal y la mayoría de las personas con EM tienen una expectativa de vida normal.
El importante papel que tienen las células B en la Esclerosis Múltiple
El sistema inmunitario es el encargado de proteger el organismo ante los elementos extraños, como son los virus, las bacterias, los patógenos… En las enfermedades autoinmunes, como la esclerosis múltiple, el sistema inmunitario actúa como si las células del organismo fueran elementos ajenos y extraños, lo que hace que las destruya. No se sabe muy bien qué es lo que le pasa al sistema inmunitario para que ataque a las células del organismo, pero esto es lo que pasa en la esclerosis múltiple, que las células del sistema inmunitario piensan que la mielina es un elemento extraño y activa todo su arsenal para atacarla y destruirla. La mielina es una capa que recubre las neuronas del cerebro, de la médula espinal y de los nervios de los ojos.
Por eso, las personas con esclerosis múltiple tienen, entre otros, trastornos del movimiento y de la visión. En todo este proceso, las células B y T del sistema inmunitario tienen mucho que decir. Hasta hace poco se pensaba que solo las células T eran las que desencadenaban la activación del sistema inmunitario, pero las últimas investigaciones demuestran el importante papel que tienen las células B en esta enfermedad.1 En la EM, estas células son capaces de atravesar la barrera hematoencefálica que protege al cerebro ante cualquier sustancia potencialmente dañina presente en la sangre, y llegar al cerebro y a la médula espinal. 2

Además podemos hablar de distintos tipos de células B, clasificadas según el estado de desarrollo en el que se encuentren. Cada una tiene su función, que puede ir desde el reconocimiento de sustancias extrañas hasta la producción de anticuerpos. 3

Pues bien, estas dos células (B y T) del sistema inmunitario a través de 4 mecanismos son capaces de provocar daño neuronal que es el responsable de la actividad de la enfermedad.

La Esclerosis Múltiple es conocida como la enfermedad de las mil caras dada la variabilidad de síntomas que presentan los pacientes. Actualmente se sigue investigando para encontrar fármacos que mejoren la vida de los pacientes.
¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?
Al comienzo de la enfermedad, los síntomas de la Esclerosis Múltiple pueden ser muy variables en función de las zonas del SNC (Sistema Nervioso Central) que estén afectadas. Además, estos síntomas varían según la evolución de la enfermedad y no todos los pacientes experimentan todos los síntomas.
- Cansancio y debilidad excesiva.
- Falta de equilibrio y coordinación: Vértigos, mareos, inestabilidad en las extremidades que puede dificultar la marcha.
- Dificultades para hablar y comer: Cambios en el ritmo del lenguaje, arrastran las palabras o hablan de forma lenta y difícil de entender. Problemas para masticar y tragar.
- Alteraciones de la vista: Visión borrosa, visión doble, movimientos oculares rápidos e involuntarios. La pérdida de visión total no es muy frecuente.
- Temblores y rigidez.
- Problemas de vejiga e intestinales: Necesidad de orinar frecuentemente y con urgencia, estreñimiento. A veces, incontinencia con escape de heces y orina.
- Alteraciones de la sensibilidad: Hormigueo, sensación de quemazón, dolor muscular, sensibilidad al calor. El aumento de la temperatura (fiebre, baños calientes o la exposición al sol) provoca un empeoramiento de los síntomas.
- Alteraciones en la sexualidad: Impotencia, disminución de la excitación, pérdida de la sensación placentera.
- Dificultad para pensar y memorizar: Problemas de memoria a corto plazo, falta de concentración, falta de la capacidad de comprender y dificultad para resolver problemas.
¿Qué relación existe entre la progresión de la enfermedad y los síntomas?
Los síntomas que experimenta una persona con EM pueden variar en gran medida de una persona a otra. Se puede decir que el hecho de que el paciente no experimente síntomas no quiere decir que la enfermedad no esté progresando, es decir, en ocasiones el daño neurológico puede ocurrir como consecuencia de la actividad de la enfermedad aun en ausencia de síntomas.
Por este motivo y dado que la progresión no siempre es visible, se recomienda un seguimiento anual con resonancia magnética ya que dicha técnica es capaz de detectar lesiones y como consecuencia predecir recaídas y la progresión de la enfermedad.

¿Cómo se diagnostica la Esclerosis Múltiple?
El diagnóstico de la EM no es fácil, ya que los síntomas pueden ser comunes a otras enfermedades neurológicas. No existe ninguna prueba de laboratorio que por sí sola confirme la existencia de una EM. Son fundamentales para el diagnóstico:2
- Historia clínica: Incluye la investigación de todos los signos y síntomas que haya presentado el paciente, así como su estado de salud actual. El tipo de síntomas, su comienzo y sus características pueden indicar la existencia de una EM, pero se necesita un examen físico y una exploración neurológica completa.
- Exploración neurológica: Con esta exploración no siempre se llega a la conclusión de la existencia de EM, por lo que se deben descartar otras enfermedades que producen síntomas similares. Algunos de los signos neurológicos más frecuentes en la EM son: alteraciones en los movimientos oculares, pérdida de coordinación en las extremidades, debilidad, falta de equilibrio, alteración del habla y de los reflejos..
- Potenciales evocados somatosensoriales, auditivos y visuales: Prueba no invasiva ni dolorosa, que estudia la actividad eléctrica neuronal, para comprobar que el sistema nervioso funciona correctamente ante estímulos visuales, táctiles o auditivos. Cuando se produce una desmielinización, la conducción nerviosa de las señales se hace más lenta. Los potenciales evocados miden el tiempo que le lleva al cerebro recibir e interpretar los mensajes. Esto se hace colocando en la cabeza unos electrodos pequeños, que monitorizan la respuesta de las ondas cerebrales ante estímulos visuales y auditivos. Normalmente, la reacción del cerebro es casi instantánea pero, si hay desmielinización en el SNC, puede producirse un retraso.
- Resonancia magnética: Es una prueba que utiliza los campos magnéticos para producir imágenes detalladas del cuerpo. La RM es muy útil para examinar el cerebro y la médula espinal, ya que permite visualizar las lesiones desmielinizantes. Esta técnica ha supuesto el mayor avance en el diagnóstico de la EM.
- Estudio del líquido cefalorraquídeo (bandas oligoclonales): El líquido cefalorraquídeo se obtiene mediante una punción lumbar y proporciona información de la existencia de inflamación en el SNC.
La estrategia de tratamiento debe estar alineada con el diagnóstico y la decisión debe ser consensuada entre el médico y el paciente.
Tratamiento de la Esclerosis Múltiple
Hoy en día la EM no tiene cura, pero existen tratamientos que pueden retrasar la progresión de la enfermedad. El objetivo principal es controlar los síntomas y ayudar a que el paciente mantenga una calidad de vida normal. Se ha demostrado que una terapia precoz reduce significativamente el número de brotes y la intensidad de los mismos. El tratamiento debe comenzar lo antes posible, buscando la mejor alternativa terapéutica y la máxima seguridad para el paciente. Los medicamentos son más efectivos en la EM remitente-recurrente que en otras formas de EM. En los últimos 10 años han aparecido nuevos fármacos que tratan los síntomas y mejoran la evolución de la EM en esta forma de la enfermedad.
Tipos de tratamientos
- Sirven para prevenir o reducir el número de brotes en la EM remitente-recurrente así como la acumulación de la discapacidad en los pacientes con EM. Estos tratamientos han demostrado su eficacia para reducir las recaídas y en la mayoría de las personas con EM, reducir la progresión de la discapacidad a corto plazo. Los efectos secundarios más comunes pueden incluir síntomas pseudogripales, cambios de humor y reacciones en el lugar de la inyección.
1. Tratamientos modificadores de la enfermedad
- Medicación que se indica en el momento del brote para disminuir la duración y/o intensidad del mismo. Se indican por tiempo limitado y preestablecido, no se continúa de manera crónica.
2. Medicamentos para el tratamiento del brote
3. Medicamentos para controlar los síntomas
El objetivo es intentar mejorar la calidad de estos pacientes que sufren gran cantidad de síntomas ocasionados por la lesión del SNC (espasticidad, problemas urinarios, sexuales, psiquiátricos, etc.). Este tipo de medicación siempre acompaña al tratamiento modificador de enfermedad. ayudan a mejorar los síntomas pero no modifican el curso de la enfermedad.
4. Fisioterapia y Rehabilitación:
La EM provoca con frecuencia problemas de movilidad, de espasticidad y de equilibrio. El inicio temprano de la fisioterapia es importante para recuperar la funcionalidad.
5. Apoyo emocional
Según datos de la SEN (Sociedad Española de Neurología), hasta un 75% de los pacientes con EM, sufre alteraciones de ánimo o depresión en algún momento de la enfermedad, por lo que es importante tratarlos.
Viviendo con Esclerosis Multiple
El diagnóstico de la EM no es fácil, ya que los síntomas pueden ser comunes a otras enfermedades neurológicas. No existe ninguna prueba de laboratorio que por sí sola confirme la existencia de una EM.
La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad crónica inflamatoria del sistema nervioso central que afecta a más de 2,3 millones de personas en todo el mundo y que tiene un gran impacto tanto en la calidad de vida como en la independencia de los pacientes.
Se trata de una enfermedad de difícil diagnóstico, ya que sus síntomas pueden durar desde días hasta meses y aparecer y desaparecer sin un patrón determinado. Entre los síntomas más frecuentes se encuentran fatiga y debilidad, espasmos musculares y dolor crónico, mareos y vértigos, temblor, problemas intestinales, hormigueo en la piel y alteraciones cognitivas y emocionales.
Es importante que las personas con EM aprendan a vivir de manera independiente realizando cambios y adaptando el entorno a sus necesidades. Para conseguir la máxima movilidad en el entorno familiar es clave adaptar la vivienda, una cuestión que muchos pacientes dejan para fases más avanzadas de la enfermedad.
Sin embargo, diversos estudios han demostrado que adaptar la vivienda para hacerla más accesible y el uso de dispositivos de ayuda o auxiliares mejoran la movilidad e independencia de los pacientes. En el entorno laboral también es necesario hacer cambios. Aunque el 37% de los pacientes con EM leve trabaja, el 75% afirma que la enfermedad merma sus oportunidades laborales. De hecho, se estima que en la EM triplica el desempleo por la discapacidad que produce. No obstante, tener un puesto de trabajo adaptado no solo puede facilitar la actividad laboral sino también mejorar la realización del trabajo diario. Además de estas adaptaciones del entorno, hay otros factores que mejoran la independencia de los pacientes, como el ejercicio físico, que practicado de manera regular mejora el bienestar general, reduce el nivel de fatiga, aumenta la fuerza muscular y la movilidad. A la actividad física también hay que sumar la actividad intelectual: estudiar, leer y las actividades de ocio mejoran las reservas cognitivas en las personas con EM.2
1. NIH | National Institute of Neurological Disorders and Stroke
2. Medlineplus
3. Cross AH, Waubant E. (2011). MS and the B cell controversy. Biochim Biophys Acta, 1812(2):231-238.
4. Ortiz GG, et al. (2014). Role of the blood-brain barrier in multiple sclerosis. Archives of Medical Research, 45:687-697.
5. Larochelle C. (2011) How do immune cells overcome the blood–brain barrier in multiple sclerosis? FEBS Letters, 585(23):3770-3780.
6. Dalakas MC. (2008). B cells as therapeutic targets in autoimmune neurological disorders. Nature Clinical Practice Neurology, 4(10):557-567.